jueves, 8 de septiembre de 2011

A veces la gente exagerada te hace un bien


Victoria Saite cuando tenía 3 semanas. Foto: Mária Robledo


Mi Victoria duerme a mi derecha acostada en su carrito, con el sueño inquieto de un ser desbordado de energía nueva cada día.

Una de las advertencias más repetidas antes de su venida (tan reiterada que parece que algunos la dicen sólo por no perder la costumbre y, además, tan insistente que aburría) era: “prepárense porque nunca más van a volver a dormir”.

A lo largo del embarazo aceptamos esa fatalidad sin queja alguna, como mártires en potencia y por conceder el debido respeto que se merecen aquellos que nos llevaban la delantera con la experiencia de tener hijos. Luego me di cuenta de que no es tan así (tal vez porque ante tanto vaticinio de la condena me preparé para lo peor) y que el sentido de esa realidad es otro.

No es tan así porque resulta que dormimos, aunque claro que ya no nos pegamos el lujo de hacerlo como nos place: exageradamente. Y, en cuanto al sentido, creo que es más bien metafórico “prepárense porque nunca más volverán a dormir” quiere decir que se genera una nueva sensibilidad, un sexto sentido, una habilidad extra… algo que hace que casi antes de que se produzca cualquier mínimo sollozo, mis párpados se retiren de un zarpazo para ver qué pasa con mi Victoria.

Así que, padres y madres, hagan caso a los exagerados y prepárense para lo peor... tal vez les pase como a nosotros y dirán que no era para tanto.