lunes, 29 de noviembre de 2010

Miedos

Uno de sus miedos al enterarse de que estaba embarazada era que las ganas de vomitar la sorprendieran en algún lugar público, sus fantasías catastróficas se concentraban en el colectivo ante la mirada asqueada de los viajeros presentes. Le manifestó esta preocupación a una amiga quien le dio ánimos - a su manera -: “Qué horror, la verdad. Además si no se te nota la panza, nadie será comprensivo”.Y, para reforzar el trauma, la amiga sincericida encimó más información trágica. "Eso no es nada", introduce y a continuación relata el caso de una conocida del ambiente que ambas frecuentan, ya entrada en meses de embarazo. "Lili (*) se meó dos veces en el colectivo". A partir de esa anécdota ya nada recuerda, ya todo fue vértigo...

(*) Se ha cambiado el nombre real para proteger el pudor de la aludida


De ahora en más sólo se sienta mirando fuera de la ventanilla

sábado, 27 de noviembre de 2010

El pitogüe: el que anuncia la vida o pájaro de mal agüero

Pitogüoe o Bienteveo: pájaro chismoso, antipático, que divulga las cosas. León Cadogan, antropólogo y etnólogo que estudió a los guaraníes, se detiene en la historia que hay detrás de esta ave de canto certero, que quita o concede, dependiendo de la mirada, de la coyuntura personal. Esto lo encontramos en su libro: Gua'i Rataypy. Fragmentos del folklore guaireño.

Sin embargo, la narración deja mal parado al pitogüe pues habla de que con su canto estridente y sin discreción, grita a los cuatro vientos: ¡ápe oï, ápe oï! (aquí está, aquí está) en las cercanías de la casa de aquella mujer que está intentando ocultar su estado embarazoso. Cadogan ahonda un poco más y hurga en los antecedentes que revelan cómo es que el  pajarillo fue dotado del poder de adivinar cuando una mujer está embarazada. Prometo conseguir la redacción textual en breve. 

Por de pronto, una imagen, un homenaje a este ser alado que, más allá de la anécdota anterior que lo pinta como delator, simboliza también un anuncio de la vida. 


jueves, 25 de noviembre de 2010

Casi 9 semanas


                                                    2.5 cm. El tamaño de una uva grande

Mañana cumplen 9 semanas. Qué locura. Piensa y piensa. Ella, embarazada. Es que creía que sería de otro modo. Es que a lo largo del día en que pasa la mayor parte de las horas en el trabajo, se percata a ratos de que no tiene presente esta nueva realidad. Teclea, hace llamadas, contesta mensajes, escribe notas, edita textos y, de repente… paf… se acuerdo de que hay algo que abulta progresivamente su vientre, algo que va cobrando forma, ¡que tiene vida! Está contenta con la idea de ser mamá, pero como algo que quisiera, no que ya está instalado y creciendo en ella. Y, cuando cae en la cuenta se pone a hablarle, a decirle cosas en sus pensamientos. Que es su mamá, que tiene un bebé, que es su vida y su ternura. 

Piensa que cuando avance el embarazo, cuando le sienta moverse, será diferente, porque su  presencia será palpable, ya sentirá más allá de la linda posibilidad.  

Por de pronto seguirá esforzándose por tomar conciencia de su evolución, por divertirse y alegrarse en su corazón cada vez que el papá le habla a su panza, cuando dice despacio, masticando con placer cada palabra: “Hola, bebé, yo soy tu papá”, así, un mensaje sencillo, sin empalagos ni firuletes, pero tan lindo. Porque está contento con el dato de que el bebé va a ir reconociendo su voz si le habla a menudo. 

Hoy fue gracioso, le quitó la argelería. Es que le está comenzando una molestia en la garganta, de hecho hay una ola de gripe y alergias y le asusta enfermarse. Resulta que su reacción fue ponerse “chinchuda” y el pobre hombre que, con toda la buena intención de hacer payasadas que le hagan olvidar, termina siendo un gran hinchapelota que alimenta su argelería y se liga todos sus relinches, acercó sus ojos a la panza y le dijo: “Hola, mi bebé. Tu mamá se cree ahora porque está embarazada. Cuando salgas de ahí y ella se ponga argel te vas a aliar a mi contra ella, ¿escuchaste?”


 25 de noviembre de 2010

8 semanas y 2 días

 


Hoy tiene 8 semanas y 2 días de embarazo. Su bebé es del tamaño de una judía (¿?), es lo que le dicen las páginas más visitadas de internet que le van contando a una mujer, semana tras semana, los cambios que se van produciendo durante embarazo. Una judía es una legumbre pero como no es parte de su universo inmediato, prefiere quedarse con que tiene el tamaño del popular poroto. 

Otro dato que le sorprendió, gratamente pues ya le quedaba la duda de que su panza a esta altura fuera de embarazo o de aquella que desde hace un tiempo se le iba poniendo cada vez más de notorio relieve, es que su vientre, de haber tenido el tamaño de una pera pasó a evolucionar hasta tener la proporción de un melón. Algo de ese melón, quiere creer, es lo que resalta en su ropa. 

Pensó, casi con resignación, que cuando llegara este momento, se convertiría en una de esas mujeres egocéntricas y cargosas que no tienen más tema de conversación que su embarazo. Creyó que el entusiasmo, indefectiblemente, le llevaría a actuar así. También que no le tomaría desprevenida y que ya tendría elaborada la lista de canciones que sonarán y que le cantará a su bebé para que estuviera en contacto constante con la música que su alegría y su pena.Que ya estaría hecha la lista de libros que le leerá para que, desde el inicio de su vida, la voz más cercana y asidua de sus primeros años, le suene a los maravillosos mundos que pueden caber en un libro. En cuanto a los nombres… calculaba que con moñito tendría a mano cada una de las dos opciones, elegidas y selladas con fuego. Nada de esto está listo. 

Con esta serie de textos no pretende llenar un blog rosado y celeste, empalagoso… nada del rosario de clichés que acompañan un embarazo burgués del siglo en que le toca vivir. Si bien pensó que esta experiencia grande tendría tanto poder que, inevitablemente, le jalonaría hacia todas las cursilerías propias, la realidad le está mostrando que siente y vive, quizá no algo completamente diferente al resto de las mujeres que pasan por esta experiencia, aunque sí cierta libertad de poder ser más sincera consigo misma y con lo que experimenta. No resta ni restará la ternura, el entusiasmo ni las expectativas propias de alguien que ya sentía que era su momento, que ya soñaba con caminar aferrada de la pequeña mano, muy por el contrario, quisiera registrar la evolución de todos esos sentimientos que, supone, irán cobrando formas y maneras diversas a medida que avance el embarazo con la evidencia ineludible de la panza que crece y se redondea.

No escribe para acumular lectores, aunque si hubieran miradas que quisieran seguirle, bienvenidas y apreciadas serán. Este es un tema puntual, un blog puntual -podría resultar aburrido para el resto de los mortales- que se propuso hacer mientras tomaba una ducha, porque quiere dejar un legado de memorias sinceras y tiernas a ese pequeño ser que va cobrando forma en su cuerpo sin darle demasiados síntomas ni malestares. Y esto último le lleva a la reflexión de si este detalle ya es una especie de vislumbre de alguna parte de su personalidad…

21 de noviembre de 2010